Licenciatura en Periodismo: ser testigo de la verdad

Los ejes sobre los que debe pivotar el periodismo se resumen en tres palabras: testigo, portavoz y protagonista. El periodista ha de ser testigo de la verdad a la hora de informar sobre ella. Esto, que parece tan sencillo sobre el papel, no es nada fácil en la práctica. Vivimos en un mundo globalizado y con canales de comunicación prácticamente  instantáneos, pero esa rapidez para conocer las noticias que pasan en cualquier lugar del mundo queda mediatizada, en muchas ocasiones, por intereses muy diversos que distorsionan y maquillan los mensajes. Es labor del informador tratar de ordenar la realidad y descubrir la verdad en medio de la confusión.

El profesional de la comunicación debe ser también portavoz. No son Iñaki Gabilondo o Matías Prats quienes hacen las preguntas a título particular. Son dos periodistas que trabajan para unos medios de comunicación españoles, que, a su vez, representan a la opinión pública. El periodista ha de ser portavoz de la ciudadanía y debe aprovechar su proximidad a determinadas fuentes del poder para representar a sus conciudadanos.

La tercera fase es la del protagonismo. Algunos periodistas llegan a ser personajes famosos, con las alegrías e incomodidades que eso conlleva, pero la mayoría de los profesionales no alcanzan ese estatus. Sin embargo, el periodista puede, y debe, opinar sobre los asuntos de actualidad. En este punto se debe destacar que tan importante es hablar sobre el bache que dificulta el tránsito en una calle de tu barrio, como sobre los presupuestos generales del Estado o el cambio climático.

Para cumplir las tres misiones el periodista debe estar lo mejor formado posible. La libertad de expresión es un derecho universal y fundamental de toda persona, por lo que no se necesita un título para ejercerla. Sin embargo, los estudios universitarios de Periodismo nos pueden ofrecer una buena base, por un lado, teórica, para conocer las líneas básicas de la lengua, la economía, el derecho, la política, u otras ciencias y saberes y, por otro, práctica, orientada a adquirir las técnicas adecuadas para escribir en un diario, trabajar en radio y televisión, o en cualquier otro soporte.

También es muy importante, una vez en el ejercicio de la profesión, especializarse en algún campo informativo. Los periodistas deben ser expertos en derecho, economía, arte, medicina, deportes, literatura, política, etc., etc., para entender mejor la realidad e informar con la mayor precisión posible. Es la incansable búsqueda de la verdad.

 

Hemos dicho que los derechos a expresar libremente nuestras ideas y opiniones y a difundir y recibir informaciones son de todas las personas y están amparados por las principales cartas de derechos humanos internacionales y la Constitución española. Pero el periodismo no es una bandera pirata que te permita hacer cualquier cosa. Los límites de los informadores han de ser el respeto a la intimidad, el honor y la buena imagen de las personas, aunque estos sean personajes famosos o políticos, y la protección especial de los niños y jóvenes.

Las fronteras entre los distintos derechos humanos no están a menudo claras y siempre se producen tensiones e invasiones de la intimidad en aras a la libertad de información. El sentido común y la tolerancia nos pueden ayudar en estos conflictos.

Existen algunos comunicadores que, bajo el ropaje del periodismo, se dedican a husmear y airear vida, milagros y pecados de personajes famosos o pseudofamosos. Esto no es periodismo. Es entretenimiento o cotilleo. Buena culpa de la mala imagen que tiene el periodismo la tienen algunos programas televisivos sobre asuntos del corazón o las bajas pasiones. Estos espacios, algunos de ellos con grandes audiencias, no son periodismo, son espectáculo, probablemente de muy mal gusto.

La libertad de expresión es uno de los pilares de las democracias y por eso es muy conveniente que haya el mayor pluralismo posible en los medios de comunicación. No debemos escandalizarnos porque existan radios, televisiones o diarios más afines a determinados partidos o corrientes ideológicas y otros más críticos con los gobiernos o las oposiciones de turno. Es la grandeza de la libertad y, así como para alimentarnos correctamente no podemos comer sólo carne o pescado, para estar al día tenemos que “consumir” varios medios de comunicación.

San Francisco de Sales es el patrón de los profesionales de los medios de comunicación social

Nació hacia la mitad del siglo XVI en Saboya, en el seno de una familia católica. A los catorce años, Francisco partió a estudiar retórica, filosofía y teología en la Universidad de París y a los 24 obtuvo el doctorado en leyes en Padua.

Fue ordenado sacerdote poco después, a pesar de la fuerte oposición de su padre. Desde el comienzo, su ministerio y apostolado están marcados por un triple objetivo: el establecimiento de la fe católica en los países que habían sido ganados por el protestantismo, la dirección espiritual y la enseñanza, no sólo de los fieles, sino también del clero. Se propuso predicar de manera tan sencilla que hasta las gentes más humildes y pobres pudieran entenderle. Así, creó pequeños folletos de formación cristiana, que entrega personalmente de casa en casa. Como escritor y orador, destaca por lograr la transmisión de la simple verdad evangélica y por saber comunicar con eficacia la idea de que todo lo auténticamente humano es cristiano. Es precisamente por esa iniciativa, de tanta popularidad como valor permanente, que el Papa Pío XI le otorgó, a principios del siglo XX, el título de patrón de los periodistas.

Este artículo del periodista y profesor del CESAG Felipe Armendáriz se publicó originalmente en la edición nº129 de Mater Purissima (febrero de 2008)

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