27 Jun Madrid, en el Camino a Santiago

El Camino es un lugar de encuentro y amistad, de soledad y dificultad, de necesidad de ser acompañado y acompañar, de esfuerzo, de superación, de alegría intensa… Toda una experiencia de vida y para la vida. Pensamos que el final del ciclo de la ESO en Pureza de María Madrid es el momento propicio para este viaje tan especial, que deseamos deje en ellos una huella profunda. Estuvimos organizándolo todo con D. Jaume Alemany, sacerdote de Palma de Mallorca, y su equipo de voluntarios. Ellos nos acompañaron el año pasado, cuentan con mucha experiencia y nos asistieron, además, en el ámbito espiritual.

La peregrinación se dividió en 5 etapas del conocido como Camino Francés. El itinerario :
• 14 de junio: viaje a Sarria
• 15 de junio: Sarria – Portomarín
• 16 de junio: Portomarín – Palas de Rei
• 17 de junio: Palas de Rei – Arzúa
• 18 de junio Arzúa – Pedrouzo
• 19 de junio: Pedrouzo – Santiago
• 20 de junio viaje de regreso a Madrid

Tras los primeros días de resistencia al esfuerzo, al dolor de pies, a compartir los baños de los albergues, las habitaciones… todo se fue convirtiendo en gratitud, sonrisas, ayuda, solidaridad, alegría, preocupación de los unos por los otros… Ellos volvieron felices, contentos, agradecidos, unidos como grupo; nosotros asombrados y conscientes una vez más de cómo el Señor transforma los corazones a través del caminar.

Testimonio chicos:

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“Gracias a todos porque me habéis hecho sentir como en casa”

“Gracias por preocuparos por mí cuando estaba enfermo”

“Tenía cero expectativas, no pensaba que fuera posible la unión entre nosotros, pero se ha dado”

“Una cosa que he aprendido es que es necesario caminar con dolor, pero se hace llevadero en compañía”

“Hoy llegamos al final de un viaje que ha sido mucho más que kilómetros recorridos. Lleno de experiencias, de paisajes, de momentos compartidos, y, sobre todo, de vosotros: los compañeros que habéis hecho que cada paso valga la pena.
Dicen que el Camino de Santiago cambia a las personas, y es verdad, pero no por el polvo en los zapatos ni por las ampollas, sino por lo que uno aprende de quienes caminan a su lado. Creo que todos hemos agradecido cada “¿cómo estás?”, “¿necesitas que te lleve la mochila?”, un simple “¡ánimo que ya queda poco!” (aunque luego quedasen un par de cuestas más). Todas estas pequeñas cosas nos han ayudado a avanzar y sobre todo a crear una pequeña familia entre todos.
Espero que este viaje no haya marcado un final en lo que hemos construido y, a pesar de que algunas personas se vayan del colegio, nunca se irán de nuestros corazones y recuerdos.  Muchas gracias por este viaje”