Los amigos de Alberta (II): Juana de Chantal

Fotografía: Ales Krivec. Unsplash.com

Continuamos en nuestra sección asomándonos a la vida de aquellos santos que fueron referentes, podemos decir «amigos», de Alberta Giménez. Una de ellas fue Juana de Chantal. Probablemente, nos resulte poco conocida, lo cierto es que fue una gran mujer, como enseguida os mostraré.

 

Pero ¿por qué la relacionamos con Alberta? Si habéis tenido ocasión de leer sus escritos o cartas, no encontraréis el nombre de Juana de Chantal fácilmente. Tan solo aparece una vez, en los apuntes espirituales que Alberta tomó durante los Ejercicios de 1896. Al finalizar aquellos días de retiro, Alberta se encomienda a sus santos más queridos para que le ayuden a cumplir con sus compromisos, y entre estos santos patronos aparece el nombre de Sta. Juana de Chantal, el segundo en la lista.

 

Lo cierto es que ya su primer biógrafo, Matheu Mulet, relacionó la vida de estas dos mujeres, por las similitudes en algunas de las circunstancias que vivieron. Ambas estuvieron felizmente casadas y ambas quedaron viudas siendo muy jóvenes. Juana de Chantal enviudó con 29 años, debido a un accidente de caza de su marido. Para entonces ya tenía cuatro hijos. Como ya sabemos, Alberta se quedó viuda con 32 años, y también había tenido cuatro hijos, aunque solo le quedaba uno de ellos, pues los demás habían muerto a muy corta edad.

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Juana también sufrió la muerte de una hija y, como Alberta, sintió el deseo de dedicar toda su vida a Dios. Conoció al Obispo de Ginebra, Francisco de Sales, con quien entabló una bonita amistad, y animada por él fundó la Orden de las Salesas.

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Algunas de las personas que conocieron en vida a Alberta, nos relatan que, cuando su marido murió, ella pensó en entrar en un convento de Salesas. No podemos asegurar si esto fue así. En aquel momento esta Orden no estaba presente aún en Mallorca. Sin embargo, es una Orden que tradicionalmente recibía a mujeres viudas y tal vez por eso Alberta pensó en unirse a ellas. En todo caso, no es de extrañar que Alberta tuviera devoción a Santa Juana de Chantal, ya que vería en su vida reflejado su propio sufrimiento

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Además Juana puso en marcha, como ya hemos mencionado, un gran proyecto, la fundación de la Orden de la Visitación (Salesas) y, durante su vida, esta se propagó por muchos lugares de Francia. A su muerte ya se habían abierto 83 monasterios.

A pesar de vivir separadas por una distancia de casi tres siglos, tanto Juana como Alberta conocieron lo que era el dolor de perder un marido, hijos, tuvieron que hacer frente solas a las dificultades y se dejaron mover por el amor de Dios. Sus vidas lograron entusiasmar a otras mujeres para abandonarlo todo y comprometerse en el servicio por los demás.

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