Educar con valores

 

Julio Luis Martínez (Vigo, 1964) es desde 2012 rector de la Universidad Pontificia Comillas. Su modelo de futuro: una universidad moderadamente especializada, internacionalizada y que destaque por una educación en profundidad, que forme a los estudiantes para ser «grandes profesionales y mejores personas».

 

Qué aporta y qué espera del Centro de Enseñanza Superior Alberta Giménez (CESAG) en su nueva etapa en la Universidad Pontificia Comillas?
Espero que el CESAG siga siendo fiel a su tradición, que lo ha confirmado como un centro muy relevante en Mallorca. Que mantenga su vitalidad y que pueda desempeñar con mayor libertad desde el punto de vista de la identidad católica su propia misión universitaria. CESAG y Comillas tienen una pedagogía y una espiritualidad compartidas, y eso supone que ir juntos deberá ser para ganancia mutua. Apoyado y confirmado en su identidad, esperamos que este centro seguirá creciendo y mejorando.

 

¿Cómo se debe afrontar que los ránkings universitarios internacionales sitúen tradicionalmente a muy pocos centros de España entre los mejores del mundo? ¿Es algo que debe preocupar?
En muchos de estos ránkings universitarios, lo que más se mide y valora es un determinado tipo de investigación y ahí la universidad española no sale tan bien en la foto como desea. Hay que reconocerlo, pero eso no debe empañar lo que hacemos bien o muy bien. La nuestra, por ejemplo, es una muy buena universidad desde el punto de vista de los alumnos que recibe, y forma excelentes profesionales. Uno de estos informes, el Times Higher Education, sitúa a nuestra universidad entre las 50 primeras del mundo en cuanto a puestos de responsabilidad y liderazgo asumidos por sus egresados después de finalizar sus estudios. La Universidad Pontificia Comillas es una universidad bastante especializada e internacionalizada, que ofrece una formación integral.  Recibimos buenos estudiantes, y los formamos como excelentes profesionales, y también para que sean buenas personas, con vocación de servicio a la sociedad.

 

¿Ante esta situación, cuáles son  las prioridades de futuro de la universidad?
No creemos en una universidad generalista, sino en un modelo de cierta especialización, tanto en sus programas de estudios como en investigación. Para crecer, procuraremos hacerlo a partir de allí donde ya se nos reconoce que somos muy buenos. Pretendemos continuar con el proceso de internacionalización de la universidad, en el que fuimos pioneros y que forma parte de nuestro ADN. Hace 20 años, cuando aún no eran oficiales, ya ofertábamos licenciaturas que implicaban realizar parte de la carrera en el extranjero, como el ADE (Administración y Dirección de Empresas) E4. Trabajamos para que esta internacionalización [pullquote]Hemos sido pioneros en la internacionalización[/pullquote]llegue a todas las fuerzas de la universidad, también a profesores e investigadores, donde alentamos en su formación que también realicen estancias en el exterior y se constituyan equipos trasnacionales. Apostamos también por la calidad para hacer más atractiva nuestra oferta, como es, por ejemplo, que nuestro máster de Servicios Ferroviarios, único oficial en España, cuente con el primer sello de excelencia que promueve la European Network for Accreditation of Engineering Education (ENAEE), el distintivo EUR-ACE. Así pasó en su momento con el primer doctorado Erasmus Mundus SETS que hace unos años recibió nuestra Escuela de Ingeniería ICAI, y que mantiene.

 

¿Cuántos alumnos extranjeros estudian en la actualidad en Comillas?
El curso pasado en los distintos programas tuvimos algo más de 2.000 alumnos extranjeros. Contamos con centenares de acuerdos de colaboración con universidades sobre todo europeas y americanas para que nuestros estudiantes completen sus estudios en el exterior y otros vengan de fuera de nuestro país; la internacionalización debe entenderse en los dos sentidos. Hay que formar profesionales preparados para un mundo en el que se difuminan las fronteras y  en que la tecnología tiene un papel vital. Tecnologías de la comunicación e información que nos interconectan de manera eficacísima en tiempo real, pero que también nos afectan internamente, no siempre para bien; eso implica nuevos retos para todos. La universalidad tiene una indispensable función que cumplir ante estos cambios, para lo cual no puede quedarse en lo superficial, y carecer de un sentido de profundidad, de un modelo formativo, de una voluntad de servicio a la sociedad. Ahí está nuestra alternativa: la apuesta por una educación en universalidad y profundidad, donde el conocimiento adquirido sea útil y al servicio de algo que valga la pena. Eso implica intensificar la formación integral de nuestros alumnos. En este mundo lo determinante no es ya la distancia geográfica, sino las alianzas y redes, sólidas y útiles, que pueden establecerse en base a culturas y valores compartidos y proyectos que, al unir fuerzas, multiplican. En este sentido, la alianza entre el  CESAG y Comillas, un centro de Mallorca y una universidad de Madrid, cobra pleno sentido y está llamada a dar muy buenos frutos.

 

Es fácil encontrar quienes digan que los valores son un tema secundario, reservado al ámbito individual.
Integridad, honestidad, perseverancia, sentido de justicia, compasión, capacidad de autoconocimiento, de esfuerzo y de trabajo en equipo, sentido de liderazgo y de gestión del cambio, son fortalezas que permiten a los profesionales ser mejores. Estos son valores de todos, totalmente beneficiosos para las personas, pero al mismo tiempo los identificamos como valores cristianos. Todo lo verdaderamente humano es cristiano. Éste es nuestro plus y lo confirman los miles de antiguos alumnos formados según nuestro estilo universitario, porque el conjunto de la sociedad valora no sólo los conocimientos y las competencias que poseen, sino las personas que son. En este sentido, los antiguos alumnos son muy importantes para nosotros, porque de algún modo nos representan con lo que son y cómo actúan. Competentes, conscientes, compasivos y comprometidos. Éstas son las 4C que buscamos fomentar en nuestros alumnos. En este sentido, el gran canciller de la universidad y prepósito general de la Compañía de Jesús, Adolfo Nicolás sj, nos muestra el camino de qué entendemos por excelencia: «No se trata de formar a los mejores del mundo sino a los mejores para el mundo. La excelencia se mide por el servicio que se hace a la familia humana».

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