La importancia del cómo

La vida de Pi cuenta una historia repetida cientos de veces, la de un naufragio. La familia de Piscine Patel es propietaria de un zoo en India. La crisis les obliga a vender todos los animales a Canada y emprenden un viaje en un barco que naufragará inexplicablemente. El protagonista se salva en un bote con un tigre de bengala, un orangután, una hiena y una cebra. Doscientos veintisiete días más tarde, llega a la costa. Fin. ¿Eso es todo? Eso es todo. ¿Cómo puede, entonces, interesar una película casi sin sorpresas desde casi el minuto uno, porque es el propio protagonista el que lo explica años después? Porque lo importante no es lo que ocurre, sino cómo ocurre y cómo se cuenta. Porque el espectador sentirá un escalofrío con cada golpe de mar o cada rugido del tigre Richard Parker. Porque tiene muchos más matices que unos hechos que pueden parecer imposibles o aburridos, pero que se elevan más allá de la adaptación de una novela casi increíble. Porque Ang Lee lleva a la pantalla la novela del mismo título de Yan Martel casi de la única forma que podía hacerse: dejando que sean los sentidos del que escucha, ve y siente los que crean lo que quieran creer. Luego, que cada uno aplauda como quiera.

Título: La vida de Pi. Director: Ang Lee. Intérpretes: Suraj Sharma, Irrfan Khan, Rafe Spall, Gérard Depardieu, Adil Hussain, Tabu.

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