Un refuerzo lúdico

Fotografia de Maria Suñé, coordinadora del grado en Educación Infantil del CESAGLas actividades extraescolares pueden ser un interesante complemento y refuerzo educativo. A veces, se escogen para responder a necesidades concretas: una asignatura que necesita más dedicación, un niño con baja capacidad de socialización, o buscar el desarrollo de nuevas habilidades y conocimientos que mejoren su formación, actitudes y valores.

Sin embargo, a la hora de decidirse por una extraescolar, conviene tener en cuenta los intereses del niño. No existe peor error que, desde nuestra ambición como padres, plantear exigencias tan altas a nuestros hijos que les priven de su infancia y convertirlos en pequeños ejecutivos, encadenados a una agenda inflexible y exigente.

Tampoco es bueno llenar de actividades su tiempo libre por no disponer, como padres, de tiempo para atenderlos. Hay que alcanzar equilibrios. Y siempre existen alternativas: la decisión fácil (tener el niño ocupado) puede no ser la mejor.[pullquote]Se lograrán mejores resultados si las actividades extraescolares se adaptan a intereses del alumno

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Cuanto más protagonismo adquiera el alumno en las decisiones sobre qué extraescolares va a realizar, mejores resultados se obtendrán. Forzar su voluntad puede ser negativo. Un punto importante para un mejor aprovechamiento, en caso de que se trate de refuerzos escolares, es que tengan un componente lúdico. Deberían estar planteadas de una manera diferente a como se llevan a cabo en el aula, con objetivos y metodología distintos de los usados en el horario escolar. De esta forma, ganarían en eficiencia y efectividad. Y de no ser así, el niño puede plantearse la asistencia a ellas como un castigo.

María Suñé es coordinadora del grado en Educación Infantil del CESAG

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