Alphonsine Kon, rp: «Sin Dios, se pierde la esencia de la vida»

Alphonsine Kon es religiosa de la Pureza de la República Democrática del Congo y estudiante en Roma.

¿Cómo conociste la congregación de Pureza de María?
A los seis años, llegué a la primera casa de La Pureza en África, en Kafakumba. Pasé doce años en su internado: seis en la escuela de Primaria y seis en la de Secundaria. Éramos 80 internas. Al llegar, era la más pequeña de todas. Vivíamos como una familia. Las mayores eran como nuestras madres. Esta experiencia de familia ha marcado mi vida. Hace tres años que estoy en Roma. Los veranos los paso en España.

¿Cómo descubriste tu vocación?
La primera cosa que sentía es que las hermanas me habían ayudado mucho, pero era una chica como las demás. Recuerdo el ejemplo de una persona como la H.Begoña, hablando de Dios, de la forma en que lo hacía, cómo percibías la fe que habitaba en ella. Y un día, en la pequeña capilla (de Kafakumba), surgió en mí una plegaria de forma natural, y me quedó grabada. «Tú, Jesús, has dado todo por nosotros. Yo quiero dar mi vida por mis hermanos».

¿Qué es lo más difícil de ser una religiosa?
Lo más difícil es la vida en común. Aprendes a morir cada día, pero el orgullo y el egocentrismo siguen presentes. Tú quieres tener razón en todo, pero se trata de dar la vida por los demás, de ser capaz de decir: «Tienes razón, me he equivocado», y también de saber perdonar.

¿Qué diferencia ves entre la vida en Europa y en África?
En Europa, todo está calculado, tienes una vida más programada. En África se vive al día. Cuando pienso en mi familia, mi madre no se organiza cada semana qué tiene que hacer en cada instante. Es una manera diferente de vivir. Mi tiempo allí es para compartir con los demás.

¿Qué les dirías a los jóvenes europeos?
Que aprendan a vivir de lo que tienen dentro de ellos. Tienen mucho ruido fuera: móviles, diversión, pero lo mejor está en su interior.

¿Somos realidades complementarias? ¿Qué crees que nos falta?
En Europa lo que comienza a arruinar la sociedad es el secularismo. También existe en África, pero el nivel no es el mismo. Se relativiza las cosas de Dios, pero al hacerlo, la persona pierde el sentido de la vida, pierde el centro, la esencia.

¿Es posible ser feliz sin tener tantas cosas?
Sí, lo es, porque se trata de cosas muy diferentes. Tener cosas no nos hace más felices. Simplemente, nos ayudan a vivir.  ¿Cuánta gente ves, en Europa y África, que lo tiene todo y le es difícil sonreír, que no se siente bien con ella misma? Y se puede hallar la felicidad en todos los sitios, aunque lo que salga en los medios de comunicación sobre África sean cosas negativas. Lo que cuenta es la persona, una presencia de Dios. Yo me reencuentro en ti, mi felicidad eres tú porque veo en ti a Dios, la verdadera alegría de vivir.

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