Teresa Villarino, rp: «El congoleño destaca por su esperanza»

María Teresa Villarino, rp, en una imagen tomada durante la celebración del Día de la Pureza en la Casa Madre.

Nació en Barcelona en 1956. Entró en La Pureza con 18 años y es licenciada en Ciencias Biológicas por la Universidad de Barcelona. Con 25 años recién cumplidos partió de España en misión al Zaire, ahora República Democrática del Congo. Desde la década de los 80, el grueso de su vida profesional y religiosa se ha desarrollado allí. Ha estado en los primeros pasos de los establecimientos de Kafakumba, Kanzenze, Lubumbashi y Kamina. Sus vivencias la han cambiado: «Veo la vida como los congoleños. Ellos son más transparentes». A pesar de la enfermedad, la guerra, el hambre, y la muerte, «todo se ve y se vive más».

 

 

¿Cómo ven a los extranjeros en el Congo? ¿Cómo desarrollan su trabajo?
Tenemos que luchar contra la miseria levantando la dignidad de las personas. Haciendo que salgan por sí mismas de su situación. A nosotras creo que la gente nos quiere. Nos verán como extranjeras, pero si los respetas tal como son, te tratan bien. Lo que no quieren es que te pongas por encima de ellos. Hay que situarse a su nivel, o incluso, por debajo de él. Si no, no quieren al extranjero. Si hay algo que molesta al congoleño es el paternalismo. Lo que debe hacerse es levantar la econonomía del país. No explotar sus recursos en beneficio ajeno. No olvidemos que el Congo es uno de los países con más recursos naturales, con mayores riquezas. Eso cuando la miseria se ve en las calles.

¿Qué ha cambiado después de casi 30 años trabajando allí?
Vivo y veo la vida de otra manera. Me he acostumbrado, como ellos, a llegar al fondo de la persona. Allí hay más humanidad, se es más transparente. Compartir es un principio básico. Y a pesar de la enfermedad, el hambre, la escasez, viven con una alegría y una esperanza, de una manera que no encuentras en España.

¿En qué sentido?
Aquí no tenemos esperanza. A todos los niveles. Vivimos de seguridades, y muchos, ahora, cuando tienen un problema, caen. Cuando ves cómo la gente, sufriendo, en un campo de refugiados, sale adelante, ves que sin fuerza interior, sin motivación, te vas a pique. Y esperanza en el futuro, y solidaridad la tienen. He aprendido, como ellos, a vivir sin seguridades. De cada etapa de mi vida siempre he aprendido algo que me ha preparado para la siguiente.

¿Es muy diferente cómo viven la educación en África respecto a España?
El niño en España tiene cantidad de cosas que le distraen. Les cuesta más concentrarse. En cambio, allí sin casi nada, los niños tienen muchas ganas de aprender. La globalización también se nota. Los jóvenes se van pareciendo más, y comparten modas o la pasión por el móvil.

¿De qué está más satisfecha?
En el Congo, la mujer normalmente no estudia. Para mí, ha sido una gran satisfacción hacer que muchas niñas tuviesen la oportunidad de hacerlo. En este sentido, la apertura de la residencia universitaria de Lubumbashi fue como la coronación de un sueño. Era dar un paso de gigante.

¿Cómo se relacionan con otras comunidades cristianas?
Una cosa diferente de África es que vivimos más el ecumenismo que aquí. Al ser menos, estamos más unidos y compartimos más cosas.

¿Qué aporta el Congo a La Pureza?
Una apertura de horizontes, una muestra de diversidad. Somos una riqueza de valores para toda la familia de la Pureza. Unos valores de cultura maravillosa, que pueden hacer mucho bien.

¿Cómo se ha vivido la JMJ en el Congo?
La delegación de la RD del Congo ha sido la segunda en importancia de África. Uno de los pasos del vía crucis estuvo a cargo de peregrinos congoleños y ruandeses. Y en nuestros colegios se habló de la JMJ y se dio mucha información.

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