Los jueves, a a cárcel de mujeres

Imagen de la cárcel de Chinandega, en León (Nicaragua)

Se trata de una penitenciaría con 900 presos, pero con capacidad para 500. De ellos, 800 son varones y el resto mujeres. Y además, un porcentaje mínimo son adolescentes (más hombres que mujeres) que están a la espera de sentencia.

Algunas Hermanas de Pureza de María del colegio de la Providencia, en León (Nicaragua), llevan dos años visitando a las mujeres ‘privadas de libertad’ (no les gusta que les llamen ‘presas’) de esta Penitenciaría de Chinandega (Nicaragua).

“Hermanita, yo soy padre y madre y debía darle comida mis hijos…” y la solución que encontró esta mujer a sus grandes necesidades fue el tráfico de drogas. Es el problema de la mayoría de las que están ahí, con todas su variantes. “Hermanita, sólo era para una vez…” Otras han sido engañadas y han sido “mulas” casi sin darse cuenta. Lo cierto es que la mayoría se declara “inocente” y en cierta manera tienen toda la razón  porque ¿dónde están los que las enviaban?

Una minoría están ahí a causa  de otros delitos de diversa índole y todos tienen causas provenientes de la pobreza, el hacinamiento y los vicios propios que afloran en esas situaciones.

Para las Hermanas que hacen este apostolado, el encuentro con las privadas de libertad se debió a la Misericordia de Jesús de Nazareth. “Hacía tiempo que “resonaba” esa voz sin sonido, que penetraba hasta el alma”, afirma una de ellas. “Jesús se acercaba a los que encontraba por los caminos dejando una estela de bondad y misericordia resumida en el Evangelio con la frase “…pasó haciendo el bien”. Misericordia, compasión, ternura, cercanía… todos esos ingredientes que hacen que el amor, sea Amor”, dice.

Jesús se acercaba a los que encontraba por los caminos dejando una estela de bondad… “pasó haciendo el bien”

Y la inquietud por seguir testimoniando y contagiando esa misericordia,  las llevó a preguntarse si sería posible llevarles un poco de alegría a los que sufrían abandono,  olvido y oscuridad en sus vidas, como son los privados de libertad, hacinados en pequeños espacios, lejos de sus familias y siempre suspirando por sus hijos.

Allá fueron y se encontraron con una población numerosa. Descubrieron que el gobierno les proporciona la comida, (el típico arroz con frijoles y tortilla de maíz que los pobres comen siempre en la región) “y nada más”, explican. Se preguntaron entonces cómo solucionan sus necesidades primarias: jabón, “génico” (como llaman ellas al papel higiénico), champú, dentífrico, toallas sanitarias, ‘chinelas’ (chanclas), plato y vaso, ropa íntima y… un largo etc. Algunas tienen la suerte de que su familia se preocupa por ellas, las visitan y tratan de llevarles lo más que pueden.

Las que son de otro país, Honduras, Guatemala, o simplemente de otra región o comarca de Nicaragua, sufren y rebuscan entre todo y todos los que conocen para suplir, al menos, lo imprescindible. A las que no son visitadas se las llama “donadas”, que viene a significar “abandonadas a su suerte”.

El objetivo de las Hermanas de la Pureza que las visitan es el “de visitarlas, acompañarlas, consolarlas, llevarles la alegría que Jesús ofrece a los que se sienten pobres y pecadores, aquellos que se gozan de su pequeñez y se aferran a nuestro Dios”, explican ellas.

“En un primer momento, teníamos el objetivo de servir de enlace y comunicación entre cada presa y sus familias.

Llamarlas, darles noticias de ellas, recoger a sus hijos y llevárselos. Llamar a sus abogados para saber en qué nivel estaba el proceso, etc.”

También les dan clase de manualidades ya que hay Hermanas que pueden hacerlo. Pero con el tiempo, todo ha ido cambiando. No podían encontrar a sus familiares, a veces porque estaban en otro país o porque no tenían teléfono ni medio de comunicación. El espacio donde se les podía dar clase era tan pequeño que no cabían y siempre que llegaban les pedían: “Hermanita tráigame un champú, por favor, que no tengo como lavarme el pelo… por favor unas ‘chinelas’… cuánto le agradezco una camisa azul… papel ‘génico’… toallas… etc.” Entonces las Hermanas ya no podían darles respuesta y solucionar las carencias de cada una. Se preguntaban “¿qué hacer?”, ya que “en realidad, ésas eran sus necesidades primarias más urgentes”.

Descubrieron que el gobierno les proporcionaba la comida y nada más. Entonces organizaron el “Apostolado de Madrinas de las privadas de libertad”, cuyo objetivo principal sería poner en práctica las Obras de Misericordia como son: visitar a las presas, consolar al triste, dar buen consejo, reavivar la esperanza, ayudarlas en sus necesidades y sobre todo… ¡escribirles!

 

Este grupo ya cuenta 36 Madrinas que se preocupan por 36 privadas de libertad y les “inyectan” aire fresco a través de sus escritos. Ellas mismas son las que van contagiando, canalizando y multiplicando ese deseo de ayuda solidaria, invitando a sus amigas y familiares para que participen de este apostolado. Y ya se han sumado 3 padrinos entusiasmados para ayudar  a sus ahijadas.

Las Religiosas comprometidas con este apostolado se encargan de animar a las madrinas y padrinos, ayudarlos a mantener la ilusión por la obra buena que pueden hacer a pesar de no disponer de tiempo para desplazarse a la cárcel. El grupo está formado por gente joven, llena de energía y deseosa de poner en práctica su fe.

Ahora las Hermanas sólo entran una vez al mes a la salita donde las ‘privadas de libertad’ están esperándolas bien acomodaditas (porque si no es así no caben), y entonces se llena el ambiente de alegría y casi que sin querer las prisioneras aplauden. “Nos esperan, nos necesitan por muchos y variados motivos”, cuentan las Hermanas.

A las que no son visitadas se las llama “donadas”, que viene a significar “abandonadas a su suerte”

“A veces cantamos, contamos chistes, preguntamos las novedades del mes. Otras les repartimos la Palabra de Dios y reflexionamos sobre la importancia de ella en la vida que les toca vivir.  Otras veces las hacemos participar con preguntas sobre el Evangelio vivido en un ambiente de encierro. Al final vienen los correos y regalo de las ‘madrinas’ y ‘padrinos’ para cada una de sus ahijadas. Para las que todavía no la tienen les llevamos un regalo de consolación.  Siempre, siempre Dios está en medio de esa sala iluminando la vida de cada una con sus promesas de cielo”, explica una Religiosa de las que asiste siempre.

Y termina diciendo: “No sé bien cómo, pero nos salieron dos actividades que son una buena forma de acercarnos a los más necesitados, de ayudarles a descubrir que el futuro puede ser diferente y para nosotras, la Comunidad Pureza de María, esa cercanía nos enriquece más que a ellas, porque Jesús, nuestro Dios, cumple su promesa de: ‘Cuando dos o más se reúnen en mi nombre, Yo estoy entre ellos’.”

Descubrieron que el gobierno les proporcionaba la comida y nada más. Entonces organizaron el “Apostolado de Madrinas de las privadas de libertad”, cuyo objetivo principal sería poner en práctica las Obras de Misericordia como son: visitar a las presas, consolar al triste, dar buen consejo, reavivar la esperanza, ayudarlas en sus necesidades y sobre todo… ¡escribirles!

Este grupo ya cuenta 36 Madrinas que se preocupan por 36 privadas de libertad y les “inyectan” aire fresco a través de sus escritos. Ellas mismas son las que van contagiando, canalizando y multiplicando ese deseo de ayuda solidaria, invitando a sus amigas y familiares para que participen de este apostolado. Y ya se han sumado 3 padrinos entusiasmados para ayudar  a sus ahijadas.

Las Religiosas comprometidas con este apostolado se encargan de animar a las madrinas y padrinos, ayudarlos a mantener la ilusión por la obra buena que pueden hacer a pesar de no disponer de tiempo para desplazarse a la cárcel. El grupo está formado por gente joven, llena de energía y deseosa de poner en práctica su fe.

Ahora las Hermanas sólo entran una vez al mes a la salita donde las ‘privadas de libertad’ están esperándolas bien acomodaditas (porque si no es así no caben), y entonces se llena el ambiente de alegría y casi que sin querer las prisioneras aplauden. “Nos esperan, nos necesitan por muchos y variados motivos”, cuentan las Hermanas.

A las que no son visitadas se las llama “donadas”, que viene a significar “abandonadas a su suerte”

“A veces cantamos, contamos chistes, preguntamos las novedades del mes. Otras les repartimos la Palabra de Dios y reflexionamos sobre la importancia de ella en la vida que les toca vivir.  Otras veces las hacemos participar con preguntas sobre el Evangelio vivido en un ambiente de encierro. Al final vienen los correos y regalo de las ‘madrinas’ y ‘padrinos’ para cada una de sus ahijadas. Para las que todavía no la tienen les llevamos un regalo de consolación.  Siempre, siempre Dios está en medio de esa sala iluminando la vida de cada una con sus promesas de cielo”, explica una Religiosa de las que asiste siempre.

Y termina diciendo: “No sé bien cómo, pero nos salieron dos actividades que son una buena forma de acercarnos a los más necesitados, de ayudarles a descubrir que el futuro puede ser diferente y para nosotras, la Comunidad Pureza de María, esa cercanía nos enriquece más que a ellas, porque Jesús, nuestro Dios, cumple su promesa de: ‘Cuando dos o más se reúnen en mi nombre, Yo estoy entre ellos’.”

¿Qué es la cárcel?

¿Qué es la cárcel?  Un trago amargo que nunca soñé en beber,
¡una pesadilla que no termina de pasar !
¡un lugar inhóspito, oscuro, frío, lleno de gritos y pleitos,
de humo, droga… de injusticias !
en donde un juez letrado me condenó a vivir, o más bien, a sobrevivir.

Es aquí donde la vida te muestra su irónico rostro.
Es el único lugar que conozco, en donde deseas halar las manecillas del reloj o apurar el calendario sin importarte las arrugas que el espejo te empieza a mostrar.

Es allí en donde tu vientre se estruja, una y otra vez recordándole al alma, asomada a tus ojos, las grandes vertientes de agua brotar, por aquellos tus hijos, que día a día,  ni siquiera de noche, logras olvidar. 

Recuerdo con mucho dolor,  cuántas veces en mi celda,
me senté en mi cama muy sobresaltada, ya de madrugada, oyendo la voz pequeñita de uno de mis hijos decirme: ¡mamita… mamita… tengo frío, cobíjame !
¡ Que dolor tan grande !
Y saber que tan sólo podía prenderme uno que otro cigarrillo, enredándome entre el humo, confundiéndome entre el llanto, las sombras entre las rejas y mis sufrimientos, dejándome agotada por el cansancio, logrando por fin dormir unas pocas horas,
entrando en la inconsciencia de los sueños que lejos de ayudarme a descansar más bien me afligen  y marcan en mí las oscuras ojeras que me recuerdan, ya de mañanita y a lo largo del día que ni de noche ya descansaría.

¡ Ah otro requisito ! A nadie le importa si sos inocente, allí se comenta por toda la gente “algo debe haber hecho… por algo está aquí ¡esa inocente!”
La desesperación de la espera es lo más difícil de manejar.
¿Cuándo saldré de este manicomio, de este cementerio de almas en pena?

¡Concédeme la libertad Señor!  Esta es una frase que se oye replicar casi en coro, por uno y otro lugar.  ¿Será hoy? ¿Será mañana?  Es la única ilusión que te mantiene fuerte para ir caminando semana a semana, “¡30 años de presidio!” Lo repite mi mente. ¡Son las 9,30 de la noche! ¡ya llegó el cierre! “Anda, deja de llorar,  ¿quieres un cigarro? ¡Trata de descansar! porque mañana empieza otro día más”.  Y otra vez suena el coro, en la celda se oyen las privadas expresar: ”¡Señor! ¡Señor! Concédeme la libertad que te pido… por mis hijos ¡Sácame de este horrible lugar!”

Karla, privada de libertad

Apostolado: “Madrinas” de las privadas de libertad

Ya cercanas a la Navidad, en donde Jesús se ofrece al mundo para convertirlo en un mundo más fraterno, más justo, más solidario, consideremos la situación de sus ahijadas, lejos de su familia, reducidas a un espacio físico cerrado, sin el cariño de sus esposos, hijos o seres queridos, y dejemos que la COMPASIÓN nos muestre un camino por el que podemos “»hacer de ángel» para muchas presas,  que no tendrán otras palabras de consuelo, otras manos amigas que les  recuerden la llegada del Dios Niño Amor, sólo las que su Madrina les envía.

Por ello te recuerdo que tu ahijada NOMBRE APELLIDO espera con ilusión tus palabras de aliento y todo el cariño que quieras enviarle.  La visita la realizaremos el día Jueves  2 de Diciembre de 2010.

Esperamos tu  regalo lleno de palabras de esperanza para el próximo 2011. Agradeciendo tu espíritu evangélico que traduce en obras el amor a Jesús, te saluda con un fuerte abrazo

Hermanas Pureza de María

Este reportaje se publicó originalmente en la edición nº139 de Mater Purissima (abril 2011).

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