Mater Purissima (1939-1950): La mujer en la recristianización social

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Imagen antigua de la Catedral de Mallorca

Los años cuarenta se convirtieron en un tiempo de penurias económicas, de aislamiento internacional, de autoabastecimiento, pero también de recatolización, de reconquista de nuevos espacios sociales perdidos durante la etapa republicana. La feminidad de la mujer se convirtió en la máxima garantía del orden social, preservadora de los valores tradicionales que en esos años se intentan imponer: jerarquía, patria, familia y orden..

La federación de exalumnas, al igual que todo el movimiento católico, a través de la revista intentó persuadir a sus suscriptores y lectores de la necesidad de actuar para conseguir la recristianización social, entendida ésta como presencia total y totalizadora de la religión en todas las esferas de la vida. En todo este engranaje, la mujer debía volver al hogar familiar, espacio que tradicionalmente tenía asignado y del que había salido para combatir y ganar la guerra al enemigo. En el número 257 (noviembre-diciembre, 1947) de la revista aparece el artículo “En pro de la recristianización de las familias paganizadas por la costumbres actuales”, en el que se hace un repaso a cómo debe actuar la mujer cristiana para fomentar la vida del hogar y procurar que todos los integrantes de la familia se sientan cómodos y acogidos.

Las campañas de recristianización están dotadas de un espíritu militar y religioso al adjuntarle el calificativo de cruzada. Así lo podemos leer en el artículo “Léeme” (nº 236, mayo-junio, 1944) cuando señala “Hermosa cruzada de modestia impregna la tierra mallorquina con perfumes de no lejana reacción”.

Desde el número 238 (septiembre-octubre, 1944) aparece de manera constante la sección «Guía de Lecturas». Durante los primeros años se insertan tres tipos de libros: prohibidos, los que se pueden leer con reparos y los que se pueden leer. Posteriormente, sólo se incluirán aquellos que por su contenido moral se puedan leer, ya que los prohibidos ya han sido eliminados de las bibliotecas.

Las actividades benéficas y de caridad constituían la piedra angular sobre la que se cimentaba la proyección exterior del asociacionismo femenino católico. Cabe recordar la Campaña Nacional de Caridad impulsada por la Acción Católica Española en 1944. La federación de exalumnas respondió con la organización de los llamados Roperos de Caridad a partir del año 1943. Las páginas de la revista se hacen eco, sobre todo, de las actividades del Ropero del Real Colegio de la Pureza de Palma, entre las que podemos destacar la Exposición Anual a final de curso donde se hacen visibles y se proyectan exteriormente los logros del ropero. Esto es a imagen y semejanza de la propaganda social del régimen franquista. Al margen de la exposición anual también se publicaban las cuentas de las donaciones hechas y de cómo se habían invertido dichas cantidades.

 

Las fiestas escolares y de la congregación siguen ocupando las páginas de crónicas de los colegios. Lógicamente, en ellas se destaca la participación de las exalumnas. Estas fiestas representan lo inmutable, lo esencial y todo aquello que no sólo no debe cambiar, sino que se repite de manera cíclica a modo de conmemoración y rememoración del pasado. Las fiestas más importantes fueron la fiesta de la Federación de exalumnas cada 2 de febrero, conmemorando el día de la fundación oficial de la Federación, algo así como el mito fundacional. La fiesta se iniciaba con una Misa de Comunión General presidida por el obispo diocesano, seguido de la imposición de insignias a las exalumnas y, para finalizar, una plática reservada en los años cuarenta a un sacerdote jesuita.

La fiesta de La Pureza celebrada el 16 de octubre consistía en una Misa de Comunión General y una tarde literaria, a modo de las celebradas cuando vivía la fundadora. Ésta se celebraba en todas las casas y colegios de la congregación, siendo la revista su testimonio y su crónica.

La Federación también participó de los proyectos diocesanos de la Acción Católica. En primer lugar, a través de la creación de Centros Internos en todos y cada uno de los colegios, en los que las alumnas seleccionadas se convierten en aspirantes de la Acción Católica. Y, en segundo lugar, la colaboración y participación en el Año Mariano (1949). Este tuvo su apoteosis final en una procesión de la Virgen de Lluc por todos los pueblos y parroquias de la Isla a lo largo de dos semanas. La emoción del acto en el que participó la Federación se puso de manifiesto en las páginas de la revista. 

El Año Mariano constituyó la culminación en Mallorca del llamado nacional-catolicismo, en el que la Iglesia ocupa la calle y la totalidad de los espacios públicos.

Joan Josep Matas Pastor es doctor en Historia y profesor del Centro de Enseñanza Superior Alberta Giménez (CESAG). El artículo fue publicado originalmente en la edición nº138 de la Revista Mater Purissima (diciembre 2010).

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