Mater Purissima (1936-1939): La mujer en la retaguardia

Imagen con la portada del nº1 de la revista 'Mater Purissima'

La guerra fraticida que azotó nuestro país entre Julio de 1936 y Abril de 1939 no fue un simple conflicto armado entre dos ejércitos, mejor o peor organizados. Estamos ante un conflicto ideológico entre dos cosmovisiones antagónicas. Cabe recordar que al principio de la sublevación militar, la Iglesia española no la apoyaba ni la justificaba, sino que de manera oficial lo hizo dos meses después cuando se dieron cuenta de la persecución religiosa en la zona republicana.

La identificación oficial de la Iglesia mallorquina se produjo con la alocución radiofónica que el arzobispo-obispo José Miralles Sbert (1860-1947) pronunció la noche del 8 de Septiembre de 1936 ante los micrófonos de Radio Mallorca. Ahora bien, conviene apuntar que en el momento en que se produjo la sublevación militar y antes del mencionado discurso, desde las páginas del Correo de Mallorca, diario propiedad del Obispado de Mallorca, ya se calificaba la sublevación como “Movimiento de Salvación de España” y se transcribían las arengas patrióticas emitidas por Radio Mallorca durante el mes de agosto de aquel fatídico año.

Así pues, en la medida que llegaban noticias de la dura persecución religiosa desencadenada en Barcelona y en el resto de la zona republicana, la Iglesia mallorquina unió su destino al de los “nacionales” que defendían el orden y la religión. La defensa de la patria y de la religión requería del apoyo de todo el movimiento católico: clero secular y regular, seglares encuadrados en asociaciones de la Acción Católica, asociacionismo seglar de las congregaciones, entre otros.

La revista Mater Purissima, en particular, y la Congregación, en general, pusieron su granito de arena a la causa “nacional” desde el papel que la Iglesia y el Estado había asignado a la mujer en todo el proceso de “reconquista” social. Las tareas de retaguardia con el objetivo de preservar moralmente a la sociedad y a la familia era el rol que le tocaba jugar a la mujer. De hecho, desde diciembre de 1936 hasta marzo de 1936, dos exalumnas, Aurora y Estela, publican una serie de cuatro artículos que con el título de “España Nueva” contribuyen a definir el papel de la mujer federada en la reconstrucción de una “España nueva, una España grande”. Directora, formadora y educadora del hogar y de la infancia en clave católica y patriótica eran sus funciones primordiales, todo ello resaltando las cualidades que ha de tener la mujer: caritativa, piadosa, recatada y modesta.

 La concepción de la mujer como instrumento para el triunfo del bien sobre el mal, de España sobre la anti-España, llegó a su punto culminante en varios artículos que la exalumna Antonia Servera escribió y dirigió a las federadas a modo de instrucciones durante los años 1937 y 1938. 

 

Entre ellos, destacaría dos. En primer lugar, “En pos de la victoria” les indica el camino para el triunfo del nacionalcatolicismo en clave femenina, “a luchar pues contra tanta decadencia moral, contra tanta impureza pública con tesón y enterza” es el camino marcado para que Cristo pueda reinar. Y, en segundo lugar, “De España y por España”, en el que expone las virtudes de Isabel la Católica como ejemplo a seguir por la mujer española en los tiempos actuales. Si Isabel I fue la única que confió y apoyó a Cristóbal Colón, la mujer actual había de apoyar económicamente la campaña de recaudación de joyas a favor de la causa “nacional”.

La España de la caridad, de la suscripción pro-Movimiento Nacional, tiene su reflejo en clave interna durante el año 1938. Esto es, la campaña de suscripción para el monumento al Sagrado Corazón en los Jardines de la Infancia de Palma y en la cual se utilizó la revista como caja de resonancia de la misma.

El martirologio “nacional” fue uno de los elementos de cohesión que fue utilizado por Franco para legitimar su régimen político. Un capítulo importante de este martirologio fue el religioso. A él contribuyó la revista a través del artículo “¿Quién es? ¡Un héroe de Dios y de España!” que apareció en el mes de Diciembre de 1938.

El día 1 de Abril de 1939 finalizó la Guerra Civil con la victoria del bando “nacional” y la instauración de un nuevo régimen político. En el número de Mayo-Junio de 1939 podemos leer dos artículos que nos resumen perfectamente el carácter que adoptó la revista durante los años de la contienda.

El primero de ellos lleva por título “Primavera”, escrito por María Ángeles Esteve, alumna de 6º curso del pensionado de Palma, en el que da gracias a Dios por el triunfo de Franco y por el que tanto han luchado las alumnas de los colegios de La Pureza con su colaboración en la revista. El segundo artículo está escrito por la exalumna María de las Victorias y en él se aboga por la completa y total catolización de España sólo realizable si la mujer asume su rol moralizador del hogar y de la sociedad.

La función formativa e informativa en clave confesional y militante que cumplían las revistas del asociacionismo seglar, parroquial o congregacional, tal vez adoptó un carácter y un tono más excluyente; todo ello provocado, sin lugar a dudas, por el proceso de eliminación del enemigo al que conduce todo conflicto bélico. La revista Mater Purissima no fue una excepción.

Joan Josep Matas Pastor es doctor en Historia y profesor del Centro de Enseñanza Superior Alberta Giménez (CESAG). El artículo fue publicado originalmente en la edición nº137 de la Revista Mater Purissima (junio 2010).

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