Mater Purissima (1931-1936): La ruptura de la paz social

Imagen antigua de enseñanza de matemáticas en un colegio

Clericalismo versus anticlericalismo: la formación religiosa y cultural de las mujeres encaja perfectamente en la función prepolítica o parapolítica que la Iglesia había reservado al movimiento católico, y muy especialmente a la mujer. Raramente intervienen en cuestiones políticas, excepto cuando el régimen político puede poner en tela de juicio los valores católicos considerados eternos e inmutables.

Desde una perspectiva eclesiástica, la Segunda República entorpece la denominada paz social que los religiosos disfrutaban desde el último tercio del siglo XIX. La disolución de la Compañía de Jesús y la prohibición a las demás órdenes religiosas de ejercer la industria, el comercio o la enseñanza (art. 26 de la Constitución de 1931) culminó con la ley de Confesiones y Congregaciones Religiosas que, de facto, supuso el coronamiento de la laicización y secularización de la enseñanza. En la práctica auspiciaba la sustitución de los centros educativos de los religiosos, tarea nada fácil, que no se realizó en su totalidad, sobre todo en los centros de enseñanza secundaria.

De un estado confesional que aprueba el predominio de la Iglesia en la educación, la cultura y el control de mentalidades, pasamos a un estado laico que reconoce la pluralidad de planteamientos sociales, políticos, culturales y educativos. Ante esto, la Iglesia se siente amenazada por el tener que compartir espacios sociales y reacciona en bloque y a la defensiva.  Uno de esos espacios lo constituye la prensa: la “buena prensa” en contraposición a la “prensa impía”. Por un lado, en un artículo aparecido el mes de Abril de 1935 y que lleva por título “¿Qué es la prensa prohibida?” se reproducen los diferentes tipos de publicaciones que según las leyes eclesiásticas vigentes debían ser combatidas, arrancadas y destruidas. Y, por otro lado, en el número del mes de Mayo del mismo año aparece un artículo explicando cuál es la buena prensa y la necesidad perentoria de su difusión a través de la articulación de una pujante editorial católica.

La conciencia de pertenecer a un bloque católico, heterogéneo en su composición, pero homogéneo en lo ideológico, se puede percibir a través de un comunicado que aparece en el número de Enero de 1932 y en el que la Federación se integra en la Junta Diocesana de Acción Católica. La integración definitiva se produce con la participación de las federadas de Palma y Manacor en la Primera Asamblea de la Juventud Católica Femenina de Mallorca celebrada en el monasterio de Lluc el 10 de Junio de 1934. Este acto masivo en el que participaron más de 4.000 jóvenes supone la primera demostración de fuerza del movimiento católico mallorquín. A todo esto cabe añadir la inserción en la revista a partir de 1935 de una sección que lleva por título “Actividades de la Acción Católica” en la que se forma a las asociadas en el espíritu de la Acción Católica.

 

El carácter defensivo y preventivo en lo moral y en lo social queda explicitado en la revista a través de varias secciones que inundan sus primeras páginas desde Enero de 1932 hasta finales de 1934. Así pues, cabe destacar en primer lugar la sección “Tus peligros”, que aparece en la revista desde Febrero de 1932 hasta Abril de 1933. ¿Cuáles son estos peligros? El baile, los baños modernos, los espectáculos, las “malas” lecturas, las fiestas y reuniones “mundanas”, el deporte “impropio” de la mujer, las relaciones prematrimoniales, la “atmósfera de incredulidad”, la cultura “laica” y las ilusiones que responden a emociones placenteras.

En segundo lugar, cabe mencionar la sección “Tu ideal” que aparece entre Junio de 1933 y Diciembre de 1934. Se trata de un total de 19 artículos en los que se hace un repaso concienzudo a los valores que debe tener la mujer católica y que, por tanto, debe transmitir al resto de la sociedad para transformarla y vivirla en clave católica. La sumisión a la jerarquía, la familia y la beneficencia constituyen los tres valores esenciales que explican el papel de la mujer católica en la sociedad que le toca vivir.   

Conviene señalar que en los años 30 se consolidaron en Mallorca algunos diarios informativos de masas que, junto a la expansión de la radio, el cine, los transportes y el urbanismo, vertebraron la construcción de una sociedad de comunicación de masas. La revista Mater Purissima participa de las características propias de la prensa de masas. Esto es, una mejor ordenación de los contenidos a través de secciones más definidas y el uso de la fotografía para ilustrar el discurso escrito.

De hecho, me gustaría finalizar el artículo mencionando el papel formativo y cultural en clave católica que han tenido las secciones escritas por el sacerdote mallorquín Pere Antoni Mateu, ocultando su identidad bajo el pseudónimo Justino Ripalda y que van más allá del período analizado. Algunas de estas secciones son, entre otras, “Rápidas”, “Hagiográficas”, “Estampas sacras” y “Natalicias”. La primera sección citada también la publicaba en el diario Correo de Mallorca (1910-1953), propiedad de la Diócesis de Mallorca.

Joan Josep Matas Pastor es doctor en Historia y profesor del Centro de Enseñanza Superior Alberta Giménez (CESAG). El artículo fue publicado originalmente en la edición nº136 de la Revista Mater Purissima (abril 2010).

No Comments

Sorry, the comment form is closed at this time.