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Voluntariado en Pureza de María Santa Cruz

Un día como otro cualquiera, al finalizar la clase de física, la Hermana Cristina nos propuso la idea:  “Voy a empezar un voluntariado para dar clase a niños que necesiten un refuerzo especial, ¿se apuntan?”. Desde un principio nos pareció una oportunidad que no podíamos rechazar, una oportunidad para ayudar desinteresadamente a los demás, de sentirnos útiles con algo que más o menos controlábamos. Porque no enseñamos sólo “mates o lengua”, sino también el hábito de hacer la tarea, preguntar las dudas…, un pequeño impulso hacia su futuro.

Experiencias

Nadie nos aseguró que el voluntariado sería fácil. Salir los viernes de clase a las 14:00, comer rápido, prepararnos para estar en la parroquia a las 15:30 y permanecer allí una hora y media. Hacer todo esto acarrea mucha responsabilidad, compromiso y fuerza de voluntad, pero sin lugar a dudas merece la pena. Para nosotras supone una gran satisfacción saber que ayudamos en la formación de unos niños que el día de mañana serán adultos con sus correspondientes trabajos. Y aunque sabemos que ellos ahora mismo pueden no valorarlo, en el futuro lo agradecerán y nos complace formar parte de una obra desinteresada y gratificante como es el voluntariado.

¿En qué consiste?

Nos reunimos todos los viernes de 15:30 a 17 h en la Parroquia María Auxiliadora en Santa Cruz de Tenerife, bajo la supervisión de las hermanas Silvia, Cristina y Emeteria, y del padre Checa. Somos un total de 15 voluntarias de diferentes cursos de Secundaria y 1º de Bachillerato y un grupo de 20 alumnos de diferentes colegios de Santa Cruz, que por diversas circunstancias tienen dificultades para tener clases particulares. 

¿Cómo nos organizamos?

El primer día, a cada una se nos asignaron uno o dos niños, atendiendo a las asignaturas que necesitaban reforzar más. Cada viernes nos repartimos entre las mesas facilitadas por la parroquia. Están marcadas con los cursos  según la edad para evitar así que los niños se distraigan.

La otra cara de la moneda

Estando en el voluntariado con los niños, hemos salido por un momento de la pequeña burbuja en la que vivimos para dar un salto hacia otro mundo con el que no tenemos demasiado contacto. Hemos comprendido que hay niños que no tienen una vida tan fácil y que necesitan ayuda para adquirir eso hábitos de estudio, que a nosotras se nos han inculcado desde pequeñas en la Pureza.

Durante estas clases, no sólo las voluntarias nos dedicamos a enseñar materia a los niños, sino que el aprendizaje se extiende hasta alcanzarnos a nosotras mismas. Pues entre sumas y restas, estos pequeños revoltosos nos enseñan cosas sobre su colegio, su cultura (la mayoría son suramericanos) sus formas de vida, de habla…

A pesar de todo

Pese a que pueda parecer un tópico, animamos a todo el mundo, sea de la edad que sea, a que participe en este tipo de voluntariado, pues no sólo contribuimos a ayudar a otros, sino que también lo vivimos todo con alegría y buen humor. Porque ser voluntario, al fin y al cabo, es sacar al pequeño altruista que llevamos dentro, y con el que poco a poco cambiaremos el mundo.

Patricia Concepción, Cristina Córdoba, Cristina Alcaide y Laura Pérez.
Alumnas de 1º de Bachillerato B
Pureza Santa Cruz de Tenerife

Este artículo se publicó originalmente en la edición nº131 de Mater Purissima (noviembre 2008)

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