Primer encuentro de laicos de la Pureza

Después de años de inquietud por que se pusiera en marcha una iniciativa que reuniera a los amigos de la congregación, 57 de ellos se vieron en Mallorca a principios de mayo con motivo de la celebración de un encuentro de tres días durante el que compartieron mucho más que tiempo. Además de conocerse y visitar los lugares de la isla que tan emblemáticos resultan para la Pureza, tuvieron la ocasión de profundizar en la personalidad espiritual de Madre Alberta y de compartir impresiones sobre la misión conjunta de religiosos y laicos en la escuela católica.

Para una de las participantes en el encuentro, Teresa Novell, profesora de Inglés y tutora de la ESO, todo fue muy enriquecedor, porque “en la Iglesia ―nos dijo―, cuando te encuentras y haces comunidad, te das cuenta de que no estás solo, y que eso que llevas dentro, hay otra gente que también lo lleva”. Gemma Cantmany lo vivió como “una forma de crecer en la fe y una inyección de moral y fe cristiana”. Paco Sánchez, de Granada, experimentó un efecto sumamente positivo sobre una “semilla” que confiesa llevar dentro: “Ese riego y ese abono creo que van a hacer crecer algo y espero que con otras actividades den sus frutos”.

Tras meditar sobre el contenido del documento Educar juntos, Rafa Bellver, psicólogo del colegio del Grao se quedó con la idea de que “hay que ir todos a una, no cada uno por su lado, sino todos en una misma dirección para intentar de alguna manera que la educación sea una cosa de todos”.

Del pensamiento y obra de Alberta Giménez ―“una auténtica educadora, una educadora de verdad en todos los sentidos”, en palabras de Teresa Novell―, uno de los padres del colegio de Sant Cugat, Josep Serrano, extrajo la conclusión de que fue como “un regalo del cielo”, “una persona de “nuestro tiempo” con una visión muy clara de lo que había que hacer y cómo hacerlo. “Una mujer ―añadió― con una gran religiosidad que sabía (…) que todo lo que hacía, lo hacía por Dios y con la ayuda de Dios. Meticulosa hasta el detalle, pero con amor fraternal en la corrección. Piadosa y buena, y también gran trabajadora y preparada por propia voluntad”.

Misión compartida

En la reflexión sobre la tarea común que la enseñanza plantea a las religiosas y a los laicos amigos de la congregación, estuvo muy presente el concepto de familia. Teresa Novell consideró al concluir el encuentro que Pureza de María “quiere decir ser parte de una familia formada por hermanas, padres,  profesores y sobre todo por alumnos”. Xisco Ramonell, ex alumno del CESAG y profesor en el colegio de Madrid, coincidió con ella, ya que se siente parte de ese hogar de un modo muy especial: “cuando estás en casa, hay días en los que te llevas bien con tu madre o con tu hermana, y hay otros en los que las cosas van mal, lo que señala que hay confianza y que se es familia. Ser Pureza de María es cuando tú llegas al colegio y te das cuenta de que esto ocurre (…). Cuando llega un momento de esta confianza, conservando el respeto, y metes esto en una balanza y las cosas funcionan, eso es Pureza de María”.

Se expresaron durante todo el fin de semana el afán de esforzarse y la fe de los asistentes, como la de Josep Serrano, quien así vivió esos tres días: “He visto religiosas y laicos trabajando con el corazón abierto y con sinceridad para que el Espíritu ilumine el camino que ha de llevar a una mejor educación cristiana para nuestros hijos. He visto profesores con grandes ganas de trabajar y mejorar en su quehacer diario (…). He visto también hermanas que han dado su vida y su trabajo por este objetivo. (…) Y también he visto cómo de esas reuniones nuestras, puede surgir un nuevo empuje a esa labor y también nuevas amistades que, sin duda, nos enriquecerán a todos”.

Este artículo se publicó originalmente en la edición nº130 de Mater Purissima (junio 2008)

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