Marina Gómez, ex alumna de Pureza de María Bogotá

Europa desde Miami

Marina Gómez, ex alumna del colegio de Bogotá (Colombia), tiene 24 años, está estudiando Economía en la Universidad Internacional de la Florida. Nos hemos acercado a ella para que nos cuente cómo ve a Europa desde el continente americano

¿Cuál es la primera idea que se te viene a la cabeza cuando piensas en Europa?
Historia y cultura. El viejo continente se ha ido formando por la influencia de muchos pueblos, con guerras, encuentros de culturas, de costumbres, de vidas. Su cultura no es fruto solo de un pueblo, sino de gentes que se fueron conociendo, aceptando y adaptando unos a otros no sin grandes dificultades. Se dio una ruptura de lo que se consideraba normal para dar paso a una nueva forma de ver el mundo.

Y ¿qué te sugiere Europa como punto de encuentro desde tu experiencia en América?
Todo lo que su historia dice es DIVERSIDAD, ya que cada una de las personas que han pasado han dejado huella y han transformado poco a poco Europa en lo que hoy se presenta. Es, además, un proceso que no ha terminado, siguen dándose situaciones en las que se genera la diversidad; pero Europa desde siempre ha sabido encontrar modos de adaptarse y crecer en el conocimiento de los demás, aprovechando los recursos de todos.

¿Qué crees que Europa tiene que ofrecer y pedir al mundo de hoy?
Ofrecer el conocimiento que su tradición trae. La experiencia que los siglos le ha dado no debe caer en saco roto; no debe ser llamada en vano: el viejo continente. Son muchas las circunstancias en las que, la sabiduría que los siglos le han dejado puede sugerir nuevas transformaciones, que le permitan continuar con un desarrollo más humano. Un ejemplo claro es lo que vemos día a día con el cristianismo. La transmisión desde Europa hacia el mundo de la Buena Noticia, permitió a continentes como el americano descubrir nuevos valores. Esta es una tarea que Europa debe continuar haciendo y no debe escatimar medio para ello.
Europa pide tolerancia en su ritmo de crecimiento, en sus largos procesos de integración; pide calidad en sus relaciones, crecer en calor humano y en modos de encuentro llenos de respeto y cercanía.
A través de los siglos, Europa ha compartido su conocimiento; el mundo le pide que continúe aceptando los cambios que el encuentro entre culturas trae. Personalmente me parece fascinante ver sus transformaciones y al mismo tiempo me quedo expectante en los nuevos cambios que se van dando con el tiempo, fijándome en los nuevos rumbos que se irán abriendo.

Este artículo se publicó originalmente en la edición nº125 de Mater Purissima (octubre 2006)

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