El precio lo pones tú

Imagen del cantautor Luis Guitarra

Luis Guitarra es el primer cantautor que distribuye su obra bajo el lema “El precio lo pones tú”. Fundador en 2002 de la Asociación Como tú, Como yo, ha compartido escenario con Víctor Manuel, Ismael Serrano, Kairoi, Migueli, Glenda, Brotes de Olivo, Cómplices y otros.

Ha ganado varios premios: Primer Premio a la Mejor Música Original (Ediciones XII y XIII Festival de la Canción Blanca), Premio Theo Van Gogh de la Música (1999) y Premio Alandar a la Creatividad Solidaria (2006). Todo el dinero de sus discos van íntegramente destinado a personas marginadas y a proyectos de desarrollo gestionados por la Asociación “Como tú, Como yo”.

Lo más sorprendente de tu obra es que “el precio lo pones tú”, ¿en qué consiste?, ¿cómo se te ocurrió?

(Se ríe) Me invitaron a cantar en Santander, a unos talleres de transeúntes y a la cárcel de El Dueso (de ahí nació la canción “El diablo sueña” que le hice a un preso). Dos semanas después  me llamó Sandalio, el coordinador que llevaba lo de la cárcel, y me dijo que algunas canciones podían servir para trabajarlas con su gente (presos y transeúntes) y me propuso grabar un disco. Yo hasta entonces las grababa en casetes a los amigos que me las pedían. Me insistió tanto que accedí. Había que pagar los estudios, las copias, etc. Su grupo de talleres de transeúntes me dejó el dinero necesario, yo puse lo que faltaba que era lo menos.

Ese primer disco se llamó Como tú Como yo y fabricamos mil copias. Rápidamente tuvimos la intuición de  que ese disco no se podía vender, porque contaba historias de personas reales en situación marginal y porque el primer dinero que me dejaron había salido de unos talleres de encuadernación y carpintería donde trabajaban personas con muy pocos recursos. Todo esto se lo explicábamos a la gente y les decíamos “este disco no tiene precio, el precio lo pones tú”. Después con los siguientes discos que he grabado en estos años decidimos hacer lo mismo.

Algún músico de aquellos primeros años me dijo: “Y si llegan mil personas y se lo llevan sin dar nada, habrá sido un fracaso”. Recuerdo que yo le respondí “pero no será sólo mi fracaso sino el de mil y una personas”. Lo empezamos a distribuir como seguimos haciendo ahora, en los conciertos, por internet y por el boca a boca.

Cuando llegó dinero, devolví  lo que me habían dejado a los de Santander. La gente pedía más discos y como quedaba dinero, hicimos más. Al cabo de cuatro años a la asociación cántabra que me había dejado medio millón de pesetas le devolvimos cinco. Soy testigo del milagro de la multiplicación de los panes.

No todo el mundo entiende lo del precio libre. Funciona porque la mayoría sabe que lo que dan es para la gente que lo necesita de verdad. Comprenden que las distintas personas que intervienen en el proceso de grabación o distribución (músicos, arreglistas, diseñadores, productores, etc.) lo hacen gratuitamente, aportando lo mejor de su talento.

¿Todas tus canciones tienen una historia real?

Todas están basadas en una historia o una experiencia real. La Historia de Lucía está dedicada a una mujer que vivió muchos años bajo un puente en Madrid. La he visto luego ya bien atendida en una residencia de ancianos. ¿Quién? la comencé en el aeropuerto de Lima al regresar de un viaje donde había visitado varios hospitales para niños con parálisis cerebral. Desaprender la guerra se me ocurrió cuando vi la portada de un libro que se llamaba así  en la revista Alandar.

¿Cómo es el proceso de creación de tus canciones y tus discos?

Suelo tardar cinco años entre un disco y otro. Posiblemente no puedo tardar menos. Un año para grabar las canciones elegidas para el disco, centrado sólo en eso. Al siguiente me dedico a dar conciertos para promocionarlo. Tras otro año y medio los conciertos se van relajando. Al siguiente año empiezo a pensar y componer nuevas canciones, y al otro, con suerte, vuelvo a poner en marcha la maquinaria para grabar otro disco.

Todo esto supone mucho tiempo y dedicación ¿Te ayuda alguien?

Las letras, las músicas y algunos arreglos son míos, pero en los conciertos y grabaciones de los discos colabora mucha gente. Sin toda la ayuda que recibo sería imposible, pues en cada disco colaboran casi treinta personas y nadie cobra por el trabajo que realiza: ni los que cantan conmigo, ni el que distribuye los discos, ni el que transporta los equipos, ni el que toca la batería, ni el de la guitarra, ni el que se encarga del sonido. De esta forma las aportaciones que se reciben por los discos  las damos todas a la asociación Como tú, Como yo y el dinero íntegro va para proyectos y actividades en España y en algunos países como Honduras, Perú y el Congo. Una parte del trabajo de la asociación también la hago yo: respondo los e-mails y los mensajes de la web, preparo envíos y gestiono los proyectos. También hay mucha gente que echa una mano cuando hace falta.

¿Cómo surgió la idea de crear la Asociación Como tú, Como yo?

Hace once años me casé  y me vine a vivir con Ana mi mujer a este barrio de Cuatro Caminos, donde hay mucho inmigrante y gente necesitada. Al principio la gente del barrio venía a pedirnos ayudas pequeñas: no llegaban a fin de mes,  tenían que pagar un recibo, etc. Les íbamos dando micro-créditos. Nos dimos cuenta de la necesidad de la gente, y poco a poco se nos fueron uniendo otros que también querían ayudar. Fuimos creciendo. Formamos un grupo de oración y se nos iba uniendo más gente. En 2002 se constituyó Como tú, Como yo para agrupar a todos los que compartíamos unos mismos ideales y estábamos dispuestos a luchar y esforzarnos por ellos. Queríamos algo pequeño, familiar e imitable y en gran parte lo hemos conseguido. Ahora tenemos proyectos también fuera de España, sobre todo en Honduras, Perú y en el Congo.

Pensamos mucho sobre si crear o no una organización, porque ya hay muchas. Queremos que se vea a las personas (que son lo importante) y no a la organización (que es la herramienta). Que no digan que Como tú, Como yo está haciendo esto, o lo otro, sino que se vea y se sienta que hay personas con nombres y apellidos que han decidido hacer algo por los demás.

¿Haces todo esto con un sentido religioso? ¿Tu música tiene una intención espiritual?

Claro, yo soy católico practicante y mi música surge de una experiencia interior, pero decidimos desde el principio que las canciones llegaran a más gente, por eso generalmente no hablo expresamente a Dios, aunque está presente como telón de fondo en todas.

¿Cuál de tus canciones es tu preferida, la que te gusta más o la que te ha costado más?

La canción Historia de Lucía es la primera que fue más conocida. Está hecha estructuralmente con cabeza, pero pasando por el corazón cada nota y cada palabra. Quedé satisfecho. Otra es Alégrense-Preocúpense. La puedes partir como quieras y siempre queda equilibrada y te dice cosas importantes. También me gustó como quedó la grabación de la canción Canta para mí. Está hecha con muchas voces, en donde yo soy sólo una voz más. Está escrita con frases que me han dicho durante todos estos años. En esta canción muchas voces cuentan lo que dice. El proceso de grabación fue muy bonito. Al principio la grabé yo entera, luego había que ir metiendo otras voces que iban borrando la mía. Es una canción totalmente comunitaria.

En tu último disco es la primera vez que sales tú en la portada.

Sí, pero si te fijas no estoy yo solo. Es mi imagen, pero compuesta por cientos de imágenes de la gente que me ha acompañado y ayudado en estos últimos 15 años. Yo no sería sin toda esa gente. Si te fijas no soy yo, soy todos ellos. Por eso acepté aparecer en la foto de la portada, que refleja perfectamente ese “Todo es de todos” que da título al CD.

Dices que no tienes coche, ni móvil, ni cámara digital.

Es mejor tener pocas cosas, creo que así se vive más feliz. Esta fue una intuición que tuvimos hace años y que hemos querido seguir manteniendo aunque muchas veces no es fácil. Estas carencias voluntarias permiten que no te alejes demasiado de esa gran parte de la humanidad que carece obligatoriamente de casi todo, y sobre todo de cosas esenciales como la salud,  la educación, la vivienda o el trabajo digno.

La comunicación con la gente me parece muy importante, y por eso apostamos por los encuentros cara a cara, pero también utilizamos el mail, la web o  Facebook, que son buenas herramientas para mantener el contacto con muchos amigos e informar de las cosas que vamos viviendo.

Entrevista publicada originalmente en la edición nº136 de Mater Purissima (abril 2010).

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