Rezar con lo concreto

Imagen de Victoria Braquehais, religiosa de Pureza de María África me enseña a rezar con lo concreto, con el aire, con la tierra roja, con el sol, con el atardecer, con la noche estrellada, con la sonrisa de un niño, con su derroche de vida y humanidad, con su resiliencia. Vivo en un pequeño poblado llamado Kanzenze, al sur de la República Democrática del Congo. Y mi poblado, como el corazón de todo nuestro país, late al ritmo de los contrastes. Al Congo no le falta nada…es rico en su gente, con un 80% de la población que tiene menos de 20 años. Es rico en agua, en sol, en minerales, en tierra virgen… ¡en todo! Y, sin embargo, según el Índice de Desarrollo Humano 2014 es el penúltimo país del mundo, sólo por delante de Níger.

Aquí, la mayoría de gente vive con menos de 1 $ al día y su vida es una lucha diaria por atender las necesidades más básicas, como comer, tener agua, curarse o ir a la escuela. En junio de 2015 celebramos 55 años de la independencia, pero de alguna manera vivimos otra colonización y otra esclavitud, la de una globalización que impone su modelo tecnocrático, su «paradigma homogéneo y unidimensional» como le llama el Papa.

Es en la adoración donde aprendo a sentirme más en nuestra casa común, el mundo

Creemos que otro mundo es posible y, en lo más hondo de nuestro corazón, lo deseamos. Para mí, el espacio más sencillo y más bello para aprender a vivir de otra manera es la adoración. Cuando me postro sin palabras, en la desnudez de lo que soy, ante la verdad del Verbo hecho carne. Es en la adoración donde aprendo la no-avidez, la no-violencia y la no-dominación, cuyos opuestos están destruyendo nuestro planeta. Es en la adoración donde aprendo a pasar de la apropiación al don. Y es el espacio en donde aprendo a sentirme más en nuestra casa común del mundo, porque «nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón». El corazón de Jesús, abierto y misericordioso, cuida con  ternura de toda forma de vida, y de un modo preferencial de la más pequeña, de la más frágil, de la que corre más riesgo de quedarse en los márgenes, en las periferias, en la orilla. Al ritmo de África, al ritmo de Dios.


Victoria Braquehais es religiosa de Pureza de María

1 Comment
  • José María Gainza
    Posted at 14:00h, 13 agosto

    Qué grande tener a alguien como usted que nos recuerda que Dios nos ama