Mater Purissima (1959-1966): Los nuevos aires conciliares

Imagen del Concilio Vaticano II (por Lothar Wolleh)

Imagen del Concilio Vaticano II (por Lothar Wolleh)

La década de los sesenta son unos años apasionantes y de enormes cambios en el seno de la Iglesia Católica. La Iglesia abre una nueva forma de estar en el mundo. Se abren camino nuevas presencias tanto para la jerarquía como para los laicos. Ya no se trata de conquistar a las masas, sino de actuar cristianamente en las estructuras sociales existentes para hacerlas más justas. En estos años asistimos en España a dos procesos convergentes que se retroalimentan: la renovación eclesial y la democratización política.

En esta última etapa, la revista no solo sufre cambios formales y administrativos, sino también en contenidos. En los años 1959 y 1960 la dirección estuvo en Bilbao y la administración en Barcelona. Desde 1961 hasta 1966 la dirección y administración recayó en Barcelona. En cuanto a la periodicidad de la revista, pasa de bimensual a trimestral. Las portadas se simplifican al máximo, siendo estas monocromas y cambiando cada año de color. Los espacios publicitarios se reducen al interior de la portada y la contraportada. La fotografía en color hace su aparición en la revista a partir de 1960, con una función mucho más narrativa y no tanto complementaria al texto. Incluso la propia fotografía, su técnica y su didáctica, tendrán presencia a través de la sección “Aprende a fotografiar” que apareció ininterrumpidamente en los años 1961 y 1962.

En 1960, la H. María Ángeles Esteve, que había regresado de Nicaragua, se convierte en directora-coordinadora de la revista hasta 1966. En entrevista concedida por la hermana hace pocos meses, expresó que su intención al hacerse cargo de la revista era incorporar contenidos en los que se narrasen experiencias vividas tanto por las exalumnas, como por hermanas de la congregación. Se trataba de devolver la voz a los verdaderos protagonistas de las obras creadas por la Congregación de las Hermanas de la Pureza. La voz de los colegios aparece no solo a través de las crónicas, sino también con la publicación de las encuestas enviadas a cada uno de los centros que suponen una auténtica revisión de vida del ambiente en la escuela. Estas encuestas suponen un buen termómetro para conocer la relación entre alumnas y Hermanas: “para confiar algo muy íntimo a una persona mayor, a una religiosa, ¿qué quieres ver en ella?”.

El Concilio Vaticano II marca el transcurrir de la revista durante estos años. En el número correspondiente al primer trimestre de 1959 se exhorta a las mujeres católicas a rezar por el buen desarrollo de este futuro y trascendental acontecimiento. “Como católica debes vibrar de entusiasmo. Si de veras te sientes hija de la Iglesia, no regatees tus oraciones y pide a Dios que pronto sean una realidad los profundos deseos del Santo Padre”.

 

En el tercer trimestre de 1959 se inaugura una sección que lleva por título “El Concilio” en la que se le define y se explica la historia de todos los concilios celebrados hasta la fecha, comenzando por el de Nicea (325). El entusiasmo que generó el evento provocó la convocatoria de un concurso de redacción en los colegios de la congregación durante el curso 1962-63. La revista publicó el nombre de las autoras de los trabajos más interesantes y el trabajo de la alumna más pequeña. La publicación en el cuarto trimestre de 1962 del artículo “La fe en la ciencia” se basa de la conferencia “El Concilio y el mundo ideológico moderno” del Cardenal Frings, y recuerda la aceptación de la ciencia por parte de la Iglesia.

El proceso de beatificación de Madre Alberta ocupó también la atención de la revista. En el primer trimestre de 1963 se explica lo que es un proceso de beatificación, coincidiendo con el final del proceso diocesano. La revista da fe de la constitución del Tribunal Diocesano para instruir las diligencias del proceso de Non Cultu en el proceso de Beatificación y Canonización de la Madre. Este proceso, iniciado el 20 de Noviembre de 1958 y segundo de los tres procesos diocesanos previos a la introducción de la Causa en Roma, consiste en constatar que no existe culto en el lugar de entierro de la Madre, en el Cementerio Municipal de Palma de Mallorca. En el segundo y tercer trimestre de 1961, la hermana Olga Beautell publicó “Homenaje a Madre Alberta” exaltando sus virtudes como pedagoga. El proceso de Virtudes entra dentro del proceso diocesano de beatificación.

América sigue estando presente en las crónicas y reportajes sobre la actuación de las hermanas en Nicaragua. Cabe destacar la entrega del Pergamino “Dama Benemérita” a la M. Elena Sempere, directora del Colegio de León, por parte del Instituto de Cultura Americana el 30 de Enero de 1962. La introducción del cine como herramienta pedagógica será una de las aportaciones que la H. Ángeles Esteve incorpore estando en Nicaragua. En la revista, en la sección “Sico-Estructura” (1961-1962), ella aborda un análisis de la teoría y técnicas cinematográficas modernas. Para enseñar con el cine, primero hay que conocerlo y entenderlo.

Joan Josep Matas Pastor es doctor en Historia y profesor del Centro de Enseñanza Superior Alberta Giménez (CESAG). El artículo fue publicado originalmente en la edición nº140 de la Revista Mater Purissima (junio 2011).

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